20/03/2023
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Arrebatarnos la vida unos a otros

Todos los días tomo el metro para ir a mi trabajo, en el Hospital Sótero del Río. En los vagones, algo más desocupados de lo habitual, se pasean vendedores ambulantes y músicos cantando a todo

Todos los días tomo el metro para ir a mi trabajo, en el Hospital Sótero del Río. En los vagones, algo más desocupados de lo habitual, se pasean vendedores ambulantes y músicos cantando a todo pulmón. Miro hacia otro lado, no quiero imaginarme el virus esparciéndose por todas partes. Sé que necesitan trabajar. La entrada del hospital sigue siendo una feria. Incluso hay un par de mesas para comer. Todo se mezcla con los pacientes llegando. Entro, me cambio de ropa y voy a verlos. Soy internista y paliativista.

Me espera Neida, 62 años, cáncer. Casi no tiene pulmón derecho, pero sí Covid. Le explico que está grave, que es probable que fallezca pronto. Me habla de sus padres que están vivos y de sus hijos que adora. Enviudó hace 5 años y extraña a su marido “¿Era guapo, Neida?” “El más guapo de todos”. Nos reímos. Quiere hablar con sus hijos. Ellos vienen y les cuento la situación. Lloran. Ella morirá esa noche.

El ingreso a UCI es sólo el comienzo. Para José, de 45 años, la UCI significó traqueotomía y que sólo pueda mover manos y pies. Va a necesitar un terapeuta ocupacional, fonoaudiología, kinesiología, algunas semanas para volver a tragar y varios meses para poder caminar de manera autónoma. No sé cuánto tiempo tardará en volver a trabajar; es soldador, algo para lo que se requiere fuerza. Pero se recuperará. Para otros, sin embargo, la vida nunca volverá a ser la misma.

Silvia, de 58 años, despertó después de tres semanas. Ingresó junto con su marido. Aún no lo sabe, pero él murió ¿Cómo decírselo? ¿Quién se lo dice? Sin los psicólogos, estaríamos aún más agotados y quemados.

Salgo tarde del hospital. En el metro hay un grupo de adolescentes sentados en el suelo, sin mascarillas. Es como si quisieran desafiar a la sociedad ¿Sabrán realmente lo que están haciendo? ¿Cómo se exponen, cómo exponen a otros? Me pregunto si serán capaces de asumir esa responsabilidad y si todos podremos ponerle el hombro al sufrimiento, pobreza, duelo, cansancio, a la necesidad de rehabilitación de vidas. Pienso en esa tradición originaria de plantar un árbol cuando se corta otro. Deberíamos pensar en cómo recuperar la vida que estamos perdiendo, pero no del modo egoísta al que estamos acostumbrados, que siempre está como arrebatando a otros una vida que no logra surgir de nosotros mismos. No. Debería ser de un modo en el que regalemos vida al vivir.

Patricia Olivares es médico internista del Hospital Sótero del Río y vocera de Voces Católicas.

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