15/04/2024
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El mes de María: una devoción llena de esperanza y amor

A pesar del poco protagonismo de la Virgen María en el santo Evangelio, la Iglesia Católica tiene muchas oraciones y actividades marianas tradicionalmente dedicadas a Ella como son el ‘Angelus’ que se acostumbra rezar desde

A pesar del poco protagonismo de la Virgen María en el santo Evangelio, la Iglesia Católica tiene muchas oraciones y actividades marianas tradicionalmente dedicadas a Ella como son el ‘Angelus’ que se acostumbra rezar desde tiempos inmemoriales para saludar a María y recordar el misterio más grande en su vida: la Encarnación del Verbo por medio de la anunciación del ángel Gabriel, cuando Ella dijo ‘sí’ a Dios en Nazareth (el Papa Paulo III le concedió indulgencias en un catecismo veneciano en 1560); el ‘Regina Caeli reemplaza la oración anterior, en el tiempo litúrgico de Pascua (desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés), es una oración mariana y cristológica que está centrada en la meditación del misterio de la Resurrección del Señor. También están las distintas ‘consagraciones a María’ según algunas inspiraciones y carismas de muchos santos que han tenido vidas de gran devoción a nuestra Madre. El rezo del ‘santo Rosario’ (ver https://vocescatolicas.cl/nuestra-senora-del-rosario/) tiene un lugar especial porque recorre en sus misterios las profundas meditaciones que iluminan la fe de quien lo reza. Se reza y canta a María en las peregrinaciones o romerías que invitan a trasladarse, idealmente a pie, a lugares santos para recordar apariciones marianas donde se han levantado templos importantes para acoger a los fieles con la intención de acentuar la idea que “los cristianos estamos en este mundo, pero no somos de este mundo” (cf. Carta a Diogneto) sino, somos peregrinos en la tierra hacia el cielo.

Así una de las actividades marianas más esperadas en la Iglesia Católica es el Mes de María, que en Chile se celebra desde el 8 de noviembre y hasta el 8 de diciembre. Los católicos ofrecemos flores a María (que pueden ser espirituales también) para celebrar su mes desde 1854, tradición iniciada por el obispo auxiliar de Santiago de aquel entonces, Joaquín Larraín Gandarillas, en el seminario conciliar de los Ángeles Custodios y que rápidamente se extendió a todas las iglesias. En ese tiempo, se inició el rito con la conocida ‘oración inicial’ escrita por el sacerdote Rafael Vergara Antúnez, la misma que rezamos hoy y que forma parte central de todo manual para celebrar el Mes de María Inmaculada. Unos años más tarde, el 8 de diciembre de 1863, se produjo un incendio terrible en la iglesia de la ‘Compañía de Jesús’ que costó la vida de más de dos mil fieles, lo cual da cuenta de la gran cantidad de personas que participaban ya de esa costumbre. Por eso y a propósito del actual contexto nacional, la Iglesia Católica chilena expresa en la nueva edición de los folletos para la celebración del mes de María se espera sea “una oportunidad para reconocernos como Pueblo de Dios que peregrina en Chile y que, junto con la Virgen, avanza en busca de caminos de unidad, diálogo y paz.” Esta última idea habla por sí sola de la importancia que tiene el mes de María para los católicos, el país y el mundo entero. 

En el hemisferio norte y en otras partes de América se celebra el ‘Mes de María’ en mayo cuando allá están en primavera y celebran también el ‘día de la madre’, se relaciona con la primavera y la importancia de tener flores para homenajearla, como reza la oración: “¡Oh María!, durante el bello mes que te está consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza  (…) Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies y adornado tu frente con guirnaldas y coronas (…) los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones”. El mes de María es una devoción llena de esperanza y amor porque la madre de Dios hace más vital y cercana nuestra fe. Ella es la más cercana a Cristo: lo llevó en su seno, lo crio, lo educó, le enseñó y aprendió de Él, lo vio predicar y morir en la Cruz, y dio fe del sepulcro vacío. El testimonio de las mujeres transforma a la primera comunidad y hoy ese signo sigue vivo: el estilo de vida cristiano más bien tibio durante el año calendario y litúrgico, durante el mes de María se convierte en fiesta, es una fervorosa expresión de religiosidad popular.  Un ejemplo de esto último es la experiencia religiosa que se vive al final del mes; y especialmente, en el Santuario de lo Vázquez en la diócesis de Valparaíso (a 30 km de Valparaíso y 75 km de Santiago) que logra reunir a más de un millón de personas cada año, sin publicidad, nada de marketing, ni auspiciadores ni nada más que la invitación silenciosa de nuestra Madre; y así ha sido desde hace más de 170 años. Se trata de un santuario mariano que conserva una imagen traída de España a mediados del siglo XIX, y que tras un terremoto en 1906 logró permanecer intacta a pesar del derrumbe de la capilla que antes había ahí mismo y después del Congreso Eucarístico Nacional de 1951 se coronó a la Imagen de la Purísima y se erigió formalmente como el Santuario Diocesano que cada 8 de diciembre recibe miles de peregrinos de todo el país; su portal diocesano declara: “La experiencia de llegar al Santuario es vivida como la culminación de la peregrinación, la entendamos o no el sentido teológico. Hay una experiencia de dejar la propia tierra para ir al encuentro con lo divino. Se llega al Santuario con toda una carga humana de sentimientos, de afectos, de emociones, de experiencias dolorosas y gozosas, en busca de paz y esperanza, de diálogo y convivencia fraterna con otros hermanos en la fe.” Yo diría que estos pensamientos también son compartidos por cada uno de los creyentes que se acerca a su capilla, iglesia y templo cada día a rezar; o que humildemente, prefiere rezar el mes de María en la intimidad de su casa con un altar hecho en familia y las oraciones del corazón.

Por Loreto Cruz Opazo, Vocera de nuestra fundación, Magister en Teología Fundamental y Profesora Adjunta de la Facultad de Teología PUC.

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