Benedicto XVI influyó en la catolicidad de la Iglesia desde que era cardenal en el Concilio Vaticano II, promoviendo el diálogo interreligioso: abriendo caminos de entendimiento entre protestantes, católicos, judíos y musulmanes. Dejó grandes orientaciones en catequesis, homilías, tres encíclicas y la trilogía sobre Jesús