El Sínodo de la Amazonía: ¿Se debilita el celibato sacerdotal?
La conversión, dice el Papa Francisco, requiere de la búsqueda de nuevos caminos, y por extensión de profundos cambios, que comienzan con la conversión personal. Para lograr este objetivo se necesita de creatividad, como crear

La conversión, dice el Papa Francisco, requiere de la búsqueda de nuevos caminos, y por extensión de profundos cambios, que comienzan con la conversión personal. Para lograr este objetivo se necesita de creatividad, como crear “nuevos ministerios y ver hasta donde se puede llegar”. Uno de esos nuevos caminos podría ser la ordenación sacerdotal de hombres casados.
A propósito de la polémica surgida sobre el nivel de contribución del Papa emérito Benedicto XVI al libro del Cardenal Sarah “Desde lo más profundo de nuestros corazones”, el tema del celibato sacerdotal cobra nuevamente mucha importancia al interior de la Iglesia. Recordemos que fue el gran tema del Sínodo de la Amazonía y que se espera una inminente exhortación de Francisco en donde se pronuncie, o no, sobre la posibilidad excepcional de ordenar sacerdotes a hombres casados (viri probati).
Para algunos, demasiados suspicaces a mi juicio, la aparición de este libro, escrito “a cuatro manos” como se dijo en un principio, sería un intento de “pautear” a Francisco, quien estaría inclinado a aceptar estos casos excepcionales, que por lo demás ya se han dado dentro de la Iglesia. Así lo expresó Andrea Tornielli, director editorial del Vaticano, quien en una especie de respuesta al Cardenal Sarah y al Papa emérito aseguró que el “celibato sacerdotal no es, ni jamás ha sido, un dogma. Se trata de una disciplina eclesiástica de la Iglesia latina que representa un don precioso, definido de este modo por todos los últimos Pontífices”. A esto agregó que “la Iglesia Católica de rito oriental prevé la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados y también para la Iglesia latina han sido admitidas excepciones, precisamente por Benedicto XVI en la Constitución apostólica Anglicanorum coetibus, dedicada a los anglicanos que piden la comunión con la Iglesia Católica, donde se anticipa la posibilidad de “admitir caso por caso al Orden sagrado del presbiterio también a los hombres casados, según los criterios objetivos aprobados por la Santa Sede”.
La palabra “conversión” es a mi juicio el hilo conductor del documento final del Sínodo de la Amazonía, la cual es abordada desde cinco dimensiones: integral, cultural, ecológica, sinodal y pastoral. Esta última, según el Papa Francisco, incluye todas, y es la principal. Según el texto, la conversión exige buscar nuevos caminos, pues “el anuncio del Evangelio urge, pero que sea entendido, que sea asimilado, que sea comprendido por esas culturas”, afirmó el Papa Francisco en la última sesión del encuentro, explicando que se debe promover la inculturación.
La conversión, entonces, requiere de la búsqueda de nuevos caminos, y por extensión de profundos cambios, que comienzan con la conversión personal. Para lograr este objetivo se necesita de creatividad, como crear “nuevos ministerios y ver hasta donde se puede llegar”, nos dice el Papa. Uno de esos nuevos caminos podría ser la ordenación sacerdotal de hombres casados. Este fue uno de los aspectos más discutidos en el Sínodo de la Amazonía, y el que menos consenso obtuvo. Se aprobó con 128 votos a favor y 41 en contra. En el punto 111 se lee: “Proponemos establecer criterios y disposiciones de parte de la autoridad competente, en el marco de la Lumen Gentium 26, de ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable, para sostener la vida de la comunidad cristiana mediante la predicación de la Palabra y la celebración de los Sacramentos en las zonas más remotas de la región amazónica. A este respecto, algunos se pronunciaron por un abordaje universal del tema”.
Sobre este tema, Francisco se ha pronunciado en varias oportunidades. Siendo Obispo afirmó que “con todos los pros y los contras que conlleva, porque son 10 siglos de experiencias positivas más que de errores. La tradición tiene un peso y una validez”. Pero, a la periodista Francesca Ambrogetti le decía al respecto: “si la Iglesia va a revisar alguna vez el celibato” lo abordará “como un problema cultural de un lugar determinado, no de una manera universal y como una opción personal”. O sea, por ejemplo, el caso de la Amazonía. A mayor abundancia, Mateo Bruni, director de la Oficina de Prensa, para dejar en claro la posición del Papa, recordó las palabras de Francisco en el vuelo de regreso, tras su visita a Panamá en enero del año pasado: “personalmente, creo que el celibato es un don para la Iglesia. En segundo lugar, digo que no estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional, no. Solamente quedaría alguna posibilidad en los sitios más remotos, pienso en las islas del Pacífico…”, y agregó la frase de Pablo VI: “Prefiero dar mi vida antes que cambiar la ley del celibato”, que Francisco habría hecho suya.
Desde el Vaticano a través de una editorial de Tornielli consideraron el libro del cardenal Sarah como una contribución al tema del celibato, con la “breve contribución de Ratzinger” incluida en el libro, en “obediencia filial al Papa”.
¿Hacia dónde inclinará la balanza Francisco en la esperada Exhortación? Tanto para los que están a favor de la disolución del celibato, como los que no, deberán esperar pacientemente, toda vez que San Agustín nos enseñaba que la paciencia es esperar con el corazón sereno el bien que no llega, o el mal que se avecina.