Alejandro Álvarez, abogado y teólogo sobre las investigaciones canónicas: “Ha sido un duro y muy difícil aprendizaje”
En marco a las investigaciones canónicas que hemos vivido este último tiempo, es importante saber en qué consisten estos procesos, cómo se asegura transparencia y en base a qué se definen las sanciones. Para aclarar estos

En marco a las investigaciones canónicas que hemos vivido este último tiempo, es importante saber en qué consisten estos procesos, cómo se asegura transparencia y en base a qué se definen las sanciones.
Para aclarar estos procedimientos, conversamos con Alejandro Álvarez, Abogado y Teólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, experto en derechos canónicos y de familia. En esta oportunidad nos ayuda a entender los pasos de una investigación canónica y reflexiona sobre cómo ha avanzado la iglesia en su manera de enfrentar las denuncias ligadas a temas de abusos.
¿En qué consiste una investigación canónica?
Una investigación canónica es realizada por el Ordinario del lugar, ya sea obispo, diocesano o autoridad eclesiástica, equiparada en virtud de la potestad establecida en los cánones 1399 y 1717 del Código de Derecho Canónico. Esta Investigación previa es distinta de un proceso canónico administrativo o un proceso canónico penal propiamente tal. Con el resultado de la Investigación Previa el Ordinario del lugar decidirá a partir de las recomendaciones que realice el delegado, y del mérito del resultado, si instruye un proceso canónico, ya sea administrativo o penal.
¿En qué se diferencia con una investigación del ministerio público?
La Iglesia Católica es una persona jurídica de derecho público, ya que cuenta con el reconocimiento del Estado de Chile, y en virtud de la libertad religiosa le reconoce a la Iglesia Católica la potestad para regular con su propio derecho la vida de la Iglesia, teniendo presente que la Iglesia es anterior al Estado de Chile y que incluso el derecho canónico es una fuente histórica del derecho. Por su parte, la investigación del Ministerio Público, se realiza por los órganos del Estado, en virtud de una denuncia o querella en sede penal, cuyo resultado derivará en la formalización del acusado o la decisión de no perseverar.
¿Por qué algunas víctimas optan por la denuncia en la iglesia antes que en el ministerio público?
Por la cercanía y confianza que tienen en la justicia canónica. Ahora bien, siempre la Iglesia se hace presente y recomienda a los denunciantes realizar su denuncia ante el ministerio público.
¿Cuáles son las etapas de una investigación canónica?
La investigación canónica, o investigación previa comienza por el decreto del Ordinario del lugar, que puede tener como fundamento una denuncia o una simple noticia de hechos considerados graves o que causen escándalo en la comunidad. En este decreto se designa a un delegado para investigar, normalmente a un abogado, quien a su vez nombra a un notario ad hoc, o ministro de fe, con quien irá tomando las declaraciones de los denunciantes, víctimas, victimarios y a toda persona que pueda aportar para que se esclarezca la verdad. Finalmente, el delegado emite un informe, con recomendaciones al ordinario del lugar, con lo que concluye la Investigación Previa.
¿Cómo se asegura la transparencia en la investigación?
La Investigación Previa se encuentra protegida por el Secreto Pontificio, en resguardo de las víctimas, y que a partir de 2019 este se levantó toda vez que se trate de delitos contra menores de edad, con el fin de facilitar y agilizar los procesos en pro de la transparencia y la colaboración con la justicia.
¿Cuáles son las penas a las que se exponen los acusados en caso de que se demuestre la veracidad de las denuncias?
En el caso de la investigación previa, se debe determinar si amerita un proceso administrativo o un proceso penal, de lo cual van a depender las penas.
¿Cuál es su análisis a la evolución de la iglesia en estos temas?
Ha sido un duro y muy difícil aprendizaje, que ha exigido tanto a la jerarquía como a los laicos el cambiar paradigmas muy arraigados en la manera de mirar y enfrentar este flagelo del abuso, dando mayor espacio y responsabilidad a la mujer y a los laicos en tareas que antes eran desarrolladas exclusivamente por sacerdotes y consagrados. Estos y otros cambios han marcado la ruta a seguir en esta materia. Importante mención requieren las víctimas que durante muchos años levantaron la voz en soledad y con no pocas dificultades, y es a quienes debemos muchos de los avances que se han ido desarrollando. En lo personal, mi aprendizaje ha sido, que nunca más no les creeremos a las víctimas.