Fiesta de Todos los Santos
Desde que somos niños buscamos ser felices. Es el mayor anhelo que tenemos las personas, lo buscamos en mil partes, experiencias y aunque a veces logramos verlo, es pasajero y siempre sentimos que nos faltó

Desde que somos niños buscamos ser felices. Es el mayor anhelo que tenemos las personas, lo buscamos en mil partes, experiencias y aunque a veces logramos verlo, es pasajero y siempre sentimos que nos faltó tiempo para seguir disfrutando.
Los santos descubrieron “la formula para prolongar la felicidad en la tierra y empezar a disfrutar antes la maravilla del cielo”.
Al celebrar a los santos y recordar su ejemplo estamos pidiéndoles que nos muestren el camino para seguir sus pasos y al igual que ellos disfrutar del Reino desde ahora.
No necesitamos hacer grandes cosas, basta con hacer de manera extraordinaria lo cotidiano de cada día.
Hacer cada cosa poniendo nuestro máximo esfuerzo y tratando de dejar una huella de amor, como si fuera nuestra firma en cada gran o pequeña obra que hagamos.
Ponernos los anteojos de la fe y ver la vida desde otra perspectiva. Soñar en grande y descubrir en cada momento una oportunidad para encontrarnos con Dios y la felicidad.
Los niños son muy simples y disfrutan con pequeñas cosas. Gozan cada minuto al máximo y agradecen hasta el mínimo detalle; por esa razón para ellos la santidad no es algo tan raro ni difícil.
Pues pueden perdonar de verdad, volver a pararse fácilmente de las caídas y al sentirse pequeños no se complican en pedir ayuda ni en reconocer que hay cosas que no pueden hacer solos y necesitan de otros que les enseñen cómo hacerlo.
Esa simpleza de los niños es justamente la que nos hace fácil la manera de explicarles la santidad y el legado de los santos. Encontrarse con Dios y gozar para siempre con las personas que los quieren es una propuesta muy atractiva con la cual se entusiasman con facilidad y si descubren en los santos personas cercanas que les pueden ayudar a lograrlo: estos pueden transformarse en sus héroes y guías en el camino.
Soñemos juntos con la mejor fiesta que pueda existir, en la cual estaremos con todas las personas que queremos e incluso con algunas que nunca conocimos: ¡Ese es el cielo y estamos todos invitados!
Teresita Domínguez R.