En el marco de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, celebrada este 8 de mayo, Domingo del Buen Pastor, el Vaticano dio a conocer el mensaje completo del Papa Francisco que se tituló “Llamados a edificar la familia humana” y que reflexionó sobre todas las dimensiones de la vocación. “La palabra “vocación” no tiene que entenderse en sentido restrictivo, refiriéndola sólo a aquellos que siguen al Señor en el camino de una consagración particular”, afirmó el Pontífice.

“Todos estamos llamados a participar en la misión de Cristo de reunir a la humanidad dispersa y reconciliarla con Dios. Más en general, toda persona humana, incluso antes de vivir el encuentro con Cristo y de abrazar la fe cristiana, recibe con el don de la vida una llamada fundamental. Cada uno de nosotros es una criatura querida y amada por Dios, para la que Él ha tenido un pensamiento único y especial; y esa chispa divina, que habita en el corazón de todo hombre y de toda mujer, estamos llamados a desarrollarla en el curso de nuestra vida, contribuyendo al crecimiento de una humanidad animada por el amor y la acogida recíproca”, escribió el Papa Francisco.

En su escrito, el Santo Padre resaltó la urgencia de “caminar juntos” en estos tiempos en que “los vientos gélidos de la guerra y de la opresión aún siguen soplando”. En esta línea, profundizó sobre la importancia de “ser custodios unos de otros” y de “construir lazos de concordia e intercambio”, haciendo un llamado a “ser una única familia en la maravillosa casa común de la creación, en la armónica variedad de sus elementos”. De esta forma, explicó que “no sólo los individuos, sino también los pueblos, las comunidades y las agrupaciones de distintas clases tienen una vocación”.

“Como cristianos, no sólo somos llamados, es decir, interpelados personalmente por una vocación, sino también convocados”, enfatizó el Pontífice y destacó que “la Iglesia debe ser cada vez más sinodal, es decir, capaz de caminar unida en la armonía de las diversidades, en la que todos tienen algo que aportar y pueden participar activamente. Por tanto, cuando hablamos de “vocación” no se trata sólo de elegir una u otra forma de vida, de dedicar la propia existencia a un ministerio determinado o de sentirnos atraídos por el carisma de una familia religiosa, de un movimiento o de una comunidad eclesial; se trata de realizar el sueño de Dios, el gran proyecto de la fraternidad que Jesús tenía en el corazón cuando suplicó al Padre: «Que todos sean uno» (Jn 17,21)”.

Revisa aquí el mensaje completo del Papa Francisco